Durante décadas hemos sido cuna de importantes personajes históricos y literarios que han marcado un precedente en la historia de nuestro país. Braulio Arenas, Stella Díaz Varín, Fernando Binvignat, Carlos Mondaca, Gabriela Mistral, formaron parte de una corriente literaria de vanguardia que inspiró a generaciones hasta el día de hoy, no solo cincelaron su pluma en un vasto legado literario sino que también marcaron una tendencia en los nuevos grupos poéticos.

incluso el mismísimo impío Gabriel González Videla instaló un modelo social y cultural que representaría una de las áreas de desarrollo más importantes para nuestra comuna, tácitamente.

Desde entonces y durante los últimos tiempos han venido asomando nuevos actores políticos y culturales a la escena local, inspirados o no en los movimientos literarios y sociales, se han venido manifestando de manera recurrente a través de cualquier medio, la voz del proletariado que emerge desde los muros marca una prolongación en el pensamiento político, preferentemente contestatario y crítico. Ciertas organizaciones sociales y formativas sin fines de lucro, también los estudiantes secundarios y universitarios se suman a estos nuevos actores, creando desde sus espacios, nuevos signos de alineación y expresión.

Sin embargo la intromisión de los partidos políticos y la falta de pudor de algunos personajes que prepararon con astucia sus zarpazos, hicieron que varias de estas organizaciones sociales y culturales se transformaran en verdaderos negocios al servicio de los gubernamentales, donde la burguesía urbana fue tomando cada vez mayor fuerza, poder y ambición. Algunos de ellos olvidaron a sus camaradas que surgieron del emporio y colaboraron desde sus más pretéritos cometidos políticos hasta verlos posicionados hoy por hoy en la falange institucional, instalando en el mercado de la cultura a conocidos rostros serenenses, quienes erradicaron las buenas opiniones (prestaron atención solo a militantes de su sector), devastaron el prolijo quehacer cultural emergente que caracterizaba a la región (comenzó un tráfico de influencias tremendo que privilegió solo a los "amigos" de los directivos), privatizaron los espacios públicos (instalando tarifas mercantiles en lugares públicos como el Teatro Municipal de La Serena) y por último, degradaron el arte como bien de consumo (llamados actualmente Panoramas Culturales)

El mundo literario igual adquiere un par de volubles personajes que lideran el gentío de palomas que sucumben por constituir una que otra colección editorial, olvidaron sus banderas internas para posicionarse en el mercado estatal, donde las ambiciones cobran favor por favor año tras año.

Atrás quedaron los ideales y principios puros que bordaron a mediados de los ochenta un grupo no menor de poetas que tuvieron el coraje de alzar su bandera libertaria y anti-institucional en favor del arte y la cultura, Juan Godoy, quien instaló el primer premio de reconocimiento Literario El Papiro en la ciudad de La Serena (nombre del Periódico de difusión cultural en la Región de Coquimbo), Bartolomé Ponce, Ramón Rubina, Óscar Elgueta, Samuel Núñez, René Flores, Caupolicán Peña, Susana Moya (poeta e insurrecta, mujer coquimbana que supo ganarse el aprecio y el respeto de sus coterráneos al revivir un pensamiento autónomo y revolucionario, en todo lugar y en todo contexto social y cultural), todos ellos crearon su propio esquema ideológico, acorde a la época y al imaginario poético que se veía preservado de cierto modo, por las primeras Feria del Libro de La Serena, verdaderamente atractivas y sugerentes, a favor del arte y la promoción de escritores, un espacio de opinión y crítica, nada que ver con las de hoy, totalmente mercantiles y contaminadas.

(Varios de ellos actualmente se desenvuelven en trabajos y áreas totalmente disímiles, pero empuñados de sus ideologías y la creatividad literaria como compañera irrenunciable. Algunos perecieron batallando desde la autonomía, desde la autogestión y muchas veces desde mismísimo olvido)

Puedo manifestar en definitiva que una gran parte de la expresión artística de nuestra región, asoma invisible ante los ojos de quienes continúan liderando el monopolio cultural (que se hace poderoso cada año) dejando de lado e inadmisibles a significativos equipos de trabajadores independientes que quedaron en el más absoluto desamparo y silencio, postergando con austeridad los diferentes talentos no solo en las letras, sino también en la música, el teatro, el mundo audiovisual, el arte y la expresión en general. Pero por sobretodo, dando la espalda como verdaderas estatuas humanas a escritores que envejecen esperando una señal, una avenencia de parte del mundillo cultural. Claramente la invisibilidad es un mal mayor por estos días, que solo podrá acabarse cuando las nuevas generaciones logren remover la institucionalidad como única alternativa de difusión y acción, cuando alcemos las banderas de la autonomía, cuando dejemos de sentir placer por figurar en libros muertos y organizaciones montadas lideradas por viejos zorros (que no tienen otro interés más que la venta y comercio mayorista, internacional), cuando dejemos de votar por candidatos políticos que en realidad solo representan a sí mismos, entonces, solo entonces, un nuevo re-cambio social, cultural y político podrá ser posible.

 

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El periodismo me atrae porque participa del prestigio literario y, sin embargo, sigue siendo una actividad poco respetable.
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